Cuando hace una década, se elevó en el cielo de Bilbao la Torre Iberdrola del arquitecto argentino, Cesar Pelli, autor de las Torres Petronas de Kuala Lumpur y de la Torre de Cristal de Madrid, muchos la definieron con el faro de cristal, por su verticalidad que alcanzaba los 165 metros de altura y su piel de vidrio.
Y es que este edificio rivaliza en el nuevo skyline de Bilbao con la fachada del Museo Guggenheim de Frank Gehry. Sea esta el caso o no, lo cierto es que las fachadas de esta torre están compuestas por una doble piel de vidrio, que ofrece una solución sostenible, un eficiente control climático y amplias vistas hacia la ciudad y la Ría.
Otro de sus elementos más destacables es la propia entrada al edificio, con un lobby de 10 metros de altura íntegramente cerrado por un acristalamiento de forma escultórica. DE hecho, el cerramiento de las dos fachadas de altura variable, inclinadas y curvadas del vestíbulo de entrada, consiste en 1876 m² de vidrio aislante de dimensiones aproximadas 3500 x 1000 mm, compuesto por dos paneles de vidrio laminado termoendurecido, curvado en frío en obra desplazando un vértice del volumen a temperatura ambiente un máximo de 44 mm.
En definitiva, toda una obra de arquitectura, ingeniería, sostenibilidad y tractor empresarial que es ya un referente en el paisaje bilbaíno, compuesta por más de 9.600 unidades de vidrio de alta trasparencia.
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